Hay momentos vitales en donde las decisiones o las circunstancias nos desbordan. Quizá notes en esos momentos que hay desganas en las actividades que llevas a cabo o estén por desarrollar, puede que haya un cambio en la forma en la que te alimentas, dificultad para conciliar el sueño o sentir que la vida no tiene sentido. Hay momentos que es mejor no salir de la cama.
Ante esos momentos de tristeza incesante has de saber que hay una salida y que requieren de un esfuerzo extra y ser consciente de que hay un problema de fondo. Ya no sólo puedes sentir apatía o desinterés, que solemos atribuir a problemas de autoestima a veces. Y es que hay una sensación de que todo nos drena energía. Cualquier relación con las otras personas se pueden percibir como un pesar o nos alejamos de ellas. Por no decir del trabajo, cual se siente como una de las más pesadas cargas.
Son en esos momentos más tristes donde nuestro cuerpo habla. Determinar qué llegamos a sentir y experimentar nos ayuda a situarnos frente a la desgana y la apatía. Quizá compararte con cómo estuviste en otras ocasiones, verte con mayor energía en el pasado, puede llevarte a un mayor sufrimiento. Es aquí donde atender esas señales corporales, nutrirnos y descansar es clave. A su vez, a nivel emocional dejarnos y permitirnos estar, sin forzar, y escuchando con ayuda lo que sentimos. Contemplar a medida que podamos hacer.
También es bueno determinar para qué necesito y solicito ayuda. Puede que escuches el consejo de otra persona de que necesitas ayuda. Puede que esté en lo cierto y, por esa posibilidad, quizá sería beneficioso para ti darte el permiso necesario para un posible cambio. Recuerda escuchar a tu cuerpo y decide. Recuerda cuán pesada puede ser la vida y su devenir.
En ocasiones una de las recomendaciones cuanto pasamos por estos estamos es el ejercicio físico. Darnos cuenta de que nuestro cuerpo está vivo es una buena señal. Es una buena forma de darle caza a esa apatía. Recuerda que el fin es tu bienestar y que todo va sumando, por poco que sientas que estás haciendo. Y es que el autocuidado forma parte de estar en la vida de una manera responsable. No es lo qué hagas, es desde donde lo haces.
Recuerda también la idea de no sólo de buscar ayuda sino saber que puedes tener apoyos dentro de tus amigos, familia o seres más cercanos. Es cierto que podemos sentirnos asilad@s o sol@s en algún momento. Puede que no te falte razón o te cueste llegar a entender que no estés tan apartad@ de otras personas. Sin embargo, recuerda, que tú y tu vida si que importan.
Así mismo, no desanimarte por aquello que no hayas conseguido o realmente veas que sea un imposible. Quizá no se trata de comerse el elefante de tirón, sino poco a poco. Y es que atravesar un desierto forma parte de mirarnos al espejo y conocernos un poquito mejor en nuestros propios limites personales. Puede que la primera persona que se diga que no vale o no puede conseguirlo seas tú.
Por lo tanto, te animo a que pidas ayuda si te sientes identificad@ con algo de lo descrito arriba y entiendas que puede existir una salida para ti. Y es que una sana gestión emocional ha de ser una de nuestras principales premisas para experimentar una vida plena.